Cuando esto ocurre, algo dentro de nosotros, tarde o temprano, comienza a darse cuenta de que quizás nuestras emociones y pensamientos han estado limitados por diversas influencias: familia, amigos, la sociedad, figuras de autoridad, o incluso nosotros mismos. Sí, nosotros también a veces somos el mayor obstáculo en nuestra vida, aunque suene difícil de admitir.
Es en ese momento cuando comenzamos a cuestionarnos, y este es el primer paso fundamental para conocernos. Nos hacemos preguntas sin necesidad de buscar una respuesta inmediata. Muchos empezamos con cuestiones como: ¿por qué nací en este país, en esta familia, en este entorno, con estos recursos? O, en edades más avanzadas, quizá nos preguntamos: ¿por qué siempre atraigo parejas con el mismo patrón? ¿Por qué mis amistades, de una u otra manera, acaban traicionándome, mintiéndome o dejándome de lado? Así comienza un camino, que desde mi punto de vista, dura para siempre, sea lo que sea que eso signifique.
Cuando comenzamos a conocernos, el crecimiento es inevitable. Al descubrir tu historia familiar, los patrones de conducta, lo que vivía tu madre cuando te trajo al mundo, lo que pasaron tus tíos y abuelos para llegar a la ciudad donde naciste y creciste, y un sinfín de cosas que te ocurrieron incluso antes de que tuvieras conciencia de ellas, te das cuenta de que hay algo más. Hay algo detrás del novio tóxico que te es infiel o la amiga que nunca responde cuando la necesitas.
La razón por la que creo que el crecimiento es inevitable es porque, si no crecemos a raíz de lo que nos sucede, seguimos repitiendo una y otra vez lo mismo. Hasta que no aprendemos, los patrones se repiten. Puedes cambiarle el nombre o incluso el país, pero el comportamiento sigue anclado al mismo miedo.
Aquí te dejo algunas cosas que me hubiera encantado leer cuando comencé mi proceso de autoconocimiento y crecimiento personal, junto con algunas frases que te pueden acompañar en este camino:
1. Pide ayuda. Pedir ayuda me ha salvado la vida. Puede ser a través de terapia, un podcast, o lo que yo llamo “terapia del alma”: puede que sean cuarzos, Dios, ir a una iglesia, o rodearte de personas que te hagan sentir bien. Pedir ayuda es fundamental. Habla con alguien cercano sobre lo que estás atravesando para que no tengas que caminar sola en este mundo
2. Dedica tiempo a estar contigo. Sal de casa y comparte momentos contigo misma. Ve a un café y lee un libro, o planea un viaje en solitario. Ve a esos lugares que te gustan a ti y que, si fueras con alguien más, probablemente no habrías podido disfrutar de la misma manera. Camina por la playa, un parque o un bosque.
3. Desconéctate. Pon tu teléfono en modo avión, desactiva las notificaciones y desconéctate del mundo exterior para conectarte contigo misma. Es importante compartir momentos en presencia de tu alma, es decir, que tu corazón y tu mente estén enfocados hacia adentro, sin distracciones.
Gracias por leer Inspirando Almas, cambiando el mundo una persona a la vez. 🙂